martes, 25 de noviembre de 2014

La posmodernidad del siglo XXI - EL WORLD TRADE CENTER, LA DEMOGRAFÍA Y EL FUTURO

EL WORLD TRADE CENTER, LA DEMOGRAFÍA Y EL FUTURO


  • ·      En enero de 1991, la guerra de Kuwait fue un explo­sivo ejemplo de la hegemonía de Estados Unidos. No lo habrían podido hacer si hubiera existido la URSS, por­que la Rusia soviética protegía a Irak. El Baas y Sadam Husein eran sus clientes.
  • ·      Señalemos que Kuwait es una creación completa­mente artificial del imperialismo inglés (se trataba de cortar a Mesopotamia sus tradicionales accesos al mar).
  • ·      Se reconquistó Kuwait, el Baas iraquí se mantuvo en el poder. Bush padre había sido prudente.
  • ·      Por otra parte, el Irak de Sadam se había enfrentado en una encarnizada guerra contra el Irán de los mulás.
  • ·      ¿Qué estado quiso hacer saltar por los aires las To­rres Gemelas de Manhattan y el Pentágono? ¡Ninguno! Al Qaeda no es ni siquiera una organización centralizada. Es una nebulosa de grupos animados por el fanatismo...
  • ·      En 1994, los integristas musulmanes habían secues­trado un avión de Air France con el fin de lanzarlo sobre la Torre Eiffel. El golpe fracasó, puesto que tuvieron que
  • ·      confiar en los pilotos franceses para aterrizar el airbus en Marignane, donde el GIGN pudo asaltarlo.
  • ·      Los integristas dedujeron de aquello que debían formar pilotos. De hecho, los comandos que se apodera­ron de los aviones americanos tomaron ellos mismos los mandos de los aparatos.
  • ·      Convertir aviones civiles (llenos de queroseno después de despegar) en bombas fue una idea perversa, pero eficaz. El calor desprendido por el incendio de las torres licuó su estructura metálica y provocó su de­rrumbamiento. El propio Bin Laden quedó sorprendi­do. Consiguió más de tres mil muertos y un efecto visual aterrador. Bin Laden, un buen comunicador, estaba sa­tisfecho: el primer avión atrajo a las cámaras y todas las televisiones pudieron filmar cómodamente el segundo choque.
  • ·      Gracias a sus satélites y ordenadores, es­cuchaban todas las comunicaciones del mundo. La CÍA sólo había olvidado que los conspiradores no llaman por teléfono (con la excepción de los nacionalistas corsos). La información, desde siempre, descansa en los «topos», agentes infiltrados en las filas enemigas. Pero la CÍA no los tenía. La excusa es que nadie hablaba persa (idioma que se habla en Kabul).
  • ·      Sadam Husein, dictador socialista y laico, se pare­ce más a Stalin que a Bin Laden.
  • ·      La destrucción de un régimen notoriamente ateo, el caos en Irak y la humillación (una vez más) de los mu¬sulmanes son las consecuencias más evidentes. Bin La¬den debería felicitarse. La Francia del presidente Chirac no quiso participar en aquella locura que, sin embargo, aprobaron la mayoría de los países de la UE.
  • ·      No basta con ser poderoso, hay que ser inteligente y estar motivado. Como dijo Woody Allen en una de sus películas: «¡Gracias a Dios que exis­te Francia!».
  • ·      ¿Qué sucede con el estado del mundo después de esto?
  • ·      Ahora hay que hablar un poco de demografía. He­mos indicado su importancia al observar, por ejemplo, las explosiones demográficas debidas a la revolución del neolítico y a la industrial, y el desclasamiento de Francia.
  • ·      En el estado moderno de la demografía se cuentan pocos nacimientos por mujer, pero también una débil mortalidad. La medicina (a partir del momento en que se convierte en eficaz con Pasteur) casi ha suprimido la mortalidad infantil, produciendo un alargamiento de los medios que se confunde con el alargamiento de la vida individual.
  • ·      «transición demográfica». Esta transición exige tres o cuatro generaciones, las mujeres no se dan cuenta de inmediato de que sus bebés ya no se mueren. Este desfase explica las «explosiones» demográficas. En el si­glo XIX, Europa «explotó», expandiendo por el mundo decenas de millones de emigrantes.
  • ·      Desde el año 2000, las mujeres del Tercer Mundo han caído en la cuenta. Saben que les basta con tener tres hijos.
  • ·      La verdad es que la humanidad, hoy en día formada por seis mil millones de individuos, ya no sufre la ame­naza de una explosión demográfica.
  • ·      Esta disminución es terrible en Rusia, en donde probablemente se corresponda con una «desmoraliza­ción» consecuencia de la caída del comunismo. Pero también afecta de manera trágica a Europa (excepto a Francia): en Italia, en España, en Alemania, apenas nace un hijo por cada mujer. Así las cosas, la Unión Europea está amenazada por una desaparición física.
  • ·      En la actualidad se habla más de ecología que de demografía. La ecología no es sólo una moda: es una to­ma de conciencia respecto a que los recursos de la Tierra no son inagotables y a que la humanidad influye —desde el neolítico— en el medio ambiente.
  • ·      Tras la demografía y la ecología, recordemos algu­nos hechos geopolíticos.
  • ·      A la familia patriarcal china la ha sustituido la del hijo único, «pequeños emperadores» maleducados y ca­prichosos —increíble transformación de la tradición de Confucio—.
  • ·      Rusia, por su parte, se despeja con dificultad de los es­combros de la URSS. Aceptó la secesión de Asia central y de Ucrania. Paradójicamente, se enfrenta en una cruel guerra con Chechenia. A propósito de esta guerra, hemos mencionado el petróleo, pero, reflexionando, quizá se tra­te de una crispación imperial comparable a la de Gran Bre­taña cuando, en 1982, declaró la guerra a Argentina por la posesión del insignificante archipiélago de las Malvinas.
  • ·      Por lo demás, el futuro es imprevisible. Los que ha­cen previsiones siempre se equivocan; siempre sucede lo imprevisible. Según los distintos puntos de vista se pue­de confiar o temer.
  • ·      Más grave aún: en el corazón de la modernidad, el espíritu público desaparece. La decadencia nunca es ine­ludible si se mantiene el sentido del bien común. Una pregunta esencial para el futuro del mundo moderno: ¿encontrarán los países modernos su razón de existir? Porque cierta moda amenaza a los hombres de nuestras sociedades desarrolladas: «Al debilitarse entre ellos el sentimiento del bien común, al dispersarse las familias, al interrumpir la cadena de recuerdos, al incrementar de manera desmesurada las necesidades, se han convertido en menos civilizados de lo que eran». Tocqueville hablaba de la influencia nefasta de la modernidad en los indios.

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