miércoles, 1 de octubre de 2014

Vanguardia - La Gran Guerra Mundial cap. 32

La Gran Guerra Mundial
  • ·      Tras la caída de Francia, Gran Bretaña se quedó so­la, con su imperio colonial —el ejército de la India tuvo para Inglaterra una importancia comparable a la del ejército africano para Francia— y la ayuda de sus domi­nios.
  • ·      El canciller nazi admiraba la Inglaterra imperial. Dentro de su escala de valores racistas, los ingleses, «grandes arios rojos», estaban situados justo por debajo de los arios rubios (Hitler era bajo y moreno).
  • ·      Hitler decía a propósito de los ingleses: «Para ellos el mar, para nosotros la tierra».
  • ·      La batalla aérea fue violenta. Los alemanes destru­yeron las bases aéreas inglesas
  • ·      Sin embargo, Inglaterra seguía sola. Mussolini, pretendiendo hacerse el interesante, invadió Grecia; su ejército fue vencido y la Wehrmacht tuvo que acudir en ayuda de los italianos.
  • ·      Los alemanes, un año después de la campaña de Francia (mayo de 1941), parecían invencibles. Inglate­rra, salvada por el mar, permanecía inviolable en su isla.
  • ·      El 7 de diciembre de 1941 se producía un aconteci­miento más sorprendente todavía: sin previa declaración de guerra, Japón aniquilaba la flota americana reunida en la base de Pearl Harbor, en las islas Hawai.
  • ·      La Alemania nazi, la Italia fascista, y el Japón imperial habían capitulado «sin condiciones».
  • ·      Estados Unidos superó definitivamente a Alemania, la antigua primera potencia industrial. Y no hay que olvidar tam­poco la importancia de la Resistencia.
  • ·      La Historia ha conocido numerosas masacres, pero nunca ninguna de la envergadura del Holocausto.
  • ·      La segunda pregunta que hay que plantear es la de Hiroshima. El 6 de agosto de 1945, el presidente Tra­man, que desde la vicepresidencia había sucedido a Roosevelt, muerto por enfermedad el 12 de abril, orde­nó lanzar una bomba atómica sobre la ciudad japonesa de Hiroshima, seguida de otra, tres días después, sobre Nagasaki.
  • ·      Un arma terrorífi­ca desarrollada por físicos del mundo entero, entre otros Einstein.
  • ·      La Gran Guerra Mundial había terminado.
  • ·      En Hiroshima murió cierta idea de progreso.
  • ·      En Auschwitz, cierta fe pacifista: la falsa idea de que todo es preferible a una guerra.
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Frida - Las películas

Frida, naturaleza viva.

Esta película es parecido a un documental, no hay mucho dialogo entre los personajes y muestras de una forma real, lo que fié la dura vida de Frida.

Frida Kahlo y Diego Rivera

"Frida"



 Es una película holliwoodense, también cuenta la vida de Frida (su accidente, su vida con Diego Rivera). pero menos crudo.

Vanguardias - cap. 30 y 31

La campaña francesa

  • ·      El hundimiento del ejército francés en mayo de 1940 fue un acontecimiento que dejó estupefacto al mundo entero. Aún influye en la psicología actual de los franceses.
  • ·      El mundo entero consideraba a Francia la nación militar por excelencia, la de Conde, Kléber y Napoleón, cuyos soldados habían mostrado en Verdún tanto heroís­mo como los espartanos en Termopilas. Los oficiales americanos más exquisitos acudían a formarse a la Es­cuela de Guerra de París.
  • ·      Ambos bandos contaban con el mismo número de carros de combate (y, en materia de artillería pesada, los franceses superaban a los alemanes, que en aquella época no contaban con ella): más o menos un millar de blinda­dos en cada campo.
  • ·      La campaña de Francia de 1940 fue Austerlitz al revés.
  • ·      En primer lugar, la trampa: atraer al cuerpo de ba­talla francés lejos de la verdadera escena. Los paracaidis­tas alemanes saltaron en Lieja, y Gamelin cayó en la trampa al enviar al grueso de su cuerpo de batalla a dos­cientos kilómetros al norte.
  • ·      El cuerpo de batalla alemán desembocó, pues, en Sedán, mientras que el de los franceses estaba en Bélgica. Lue­go, entre el 10 y el 16 de mayo, se adentró hacia el oeste, en donde no había nadie para detenerlo.
  • ·      El cuerpo de batalla francés —que incluía el cuerpo expedicionario inglés— estaba dividido, y la batalla deci­siva, perdida. Belgas y holandeses capitularon.
  • ·      Trescientos mil hombres, doscientos mil de ellos ingleses, sin su material. El ejército aliado estaba aniquilado.
  • ·      Al ver aquello, Mussolini, para su vergüenza, decla­ró la guerra a Francia: «La puñalada por la espalda».
  • ·      De Gaulle estaba en Londres con el pretexto de una vaga misión; a partir del 18 de junio, se declaró disidente.
  • ·      De Gaulle, dijo a los franceses que unos jefes incapaces les habían con­ducido al desastre. A diferencia de Pétain, él compren­día lo que estaba en juego en aquella guerra. Era ideo­lógico y planetario. «Esto no se zanja con la batalla de Francia. En el universo hay medios para aplastar a nuestros enemigos. Aun fulminados por una fuerza me­cánica, nosotros podemos vencer con una fuerza mecá­nica superior.
  • ·      En Francia reinaba el terrible desorden del éxodo. El país entero estaba destruido. Las familias separadas se buscaban. El caos y la muerte se daban la mano.
  • ·      El Partido Comunista, que hubiera podido contro­lar la anarquía, había quedado mentalmente aniquilado por el pacto germano-soviético y también predicaba la sumisión. Los pacifistas como Céline gritaban: «¡Ya os lo habían advertido!».

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La apuesta de la Francia libre

  • ·      Es cierto que había cometido el error de llamar al gabinete al mariscal Pétain, hasta entonces embajador en la España de Franco, cuyo escepticismo era notorio. Pe­ro también hizo que De Gaulle entrara en el gabinete. Su ministro del Interior, Georges Mandel, no era en absoluto partidario de la capitulación.
  • ·      Recordemos, sobre todo, que el canciller Adolf Hit­ler deseaba apasionadamente Vichy. Francia, inmenso país a escala europea, era un pedazo difícil de digerir pa­ra la Wehrmacht, al contrario que la pequeña Bélgica.
  • ·      Hitler hizo a Pétain dos grandes y aparentes con­cesiones: la no confiscación de la flota de Toulon; una «zona (llamada) libre», es decir, que no habían ocupado las tropas alemanas, en donde se encontraba situado (en la ciudad termal de Vichy) el Gobierno Pétain-Laval; y el respeto al Imperio colonial
  • ·      Desde un punto de vista puramente jurídico, se puede admitir, a pesar de los abusos de poder del maris­cal, que el Gobierno de Vichy tuvo una base legal hasta 1942. Pero cuando, en noviembre de 1942, los alemanes rompieron lo estipulado en el armisticio de 1940, que era lo que fundamentaba su legalidad, con el voto de un Parlamento engañado, Vichy cayó al vacío.
  • ·      La Resistencia, al principio era, atrevámonos a usar la palabra, un caos. Excepto Frenay, sus jefes eran im­provisados. Debe su supervivencia al incuestionable apoyo de la población. Las historias sobre este asunto son innumerables.
  • ·      Señalemos que, aunque alrededor del general no estuviera toda Francia, sí había franceses de todas las tendencias: católicos e israelitas, ateos y francmasones, de derechas y de izquierdas.
  • ·      Ni Pétain ni Hitler tuvieron la fineza de evi­tar ese impacto: Pétain porque no entendía nada de la situación y confundía, ya lo hemos dicho, a Hitler con Bismarck.
  • ·      De Gaulle combatía contra los alemanes, pero tam­bién tenía que imponerse a los aliados. Sabemos que sus relaciones con Churchill fueron tormentosas, pero mar­cadas por la mutua admiración.
  • ·      la «Francia libre» (que a pesar de to­do aún seguía siendo la tercera potencia militar de la alianza occidental, después de los americanos y de los ingleses: un millón de soldados; más de cien mil resis­tentes, muchos de ellos amalgamados en el ejército), a diferencia de lo que había sucedido en 1914, no tuvo el protagonismo.
  • ·      Pero sin la Francia libre, el honor de la nación se habría visto comprometido.
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Media noche en Paris - investigación


Coco Chanel



Coco Chanel, seudónimo de Gabrielle Bonheur Chanel (Saumur, 19 de agosto de 1883 - París, 10 de enero de 1971),1 fue una diseñadora de moda francesa creadora de la marca Chanel y el traje sastre femenino.

Fue una de las modistas más prolíficas de la historia y una de las más innovadoras durante la Primera Guerra Mundial. Estableció un quiebre con la opulenta y poco práctica elegancia de la Belle Époque y creó una línea de ropa informal, sencilla y cómoda.

En la primavera de 1920, aproximadamente en mayo, la diseñadora conoció al compositor Ígor Stravinsky gracias al empresario de los Ballets Rusos, Serguéi Diáguilev.53 Durante el verano se enteró que la familia de Stravinsky estaba hallando un lugar para vivir y los hospedó momentáneamente en su vivienda, «Bel Respiro», en el suburbio parisino de Garches, hasta que se establecieran definitivamente en una residencia más adecuada.53 Los Stravinsky permanecieron ahí hasta mayo de 1921.54 Chanel, por su parte, protegió de pérdidas económicas a la nueva producción de Stravinsky, La consagración de la primavera (1920), mediante un presente anónimo enviado a Diáguilev que consistía en 300 000 FRF. Diáguilev la convocó en 1924 para el diseño del vestuario de su espectáculo de ballet Le Train Bleu en el Teatro de los Campos Elíseos.

Henry Miller



Henry Valentine Miller (n. Nueva York, 26 de diciembre de 1891 - m. Los Ángeles, California, 7 de junio de 1980) fue novelista estadounidense.1 Su obra se compone de novelas semiautobiográficas, en las que el tono crudo, sensual y sin tapujos suscitó una serie de controversias en el seno de un Estados Unidos puritano que Miller quiso estigmatizar denunciando la hipocresía moral de la sociedad norteamericana, criticando de paso el devenir de la existencia humana, desnudando su cinismo y múltiples contradicciones.

En 1930, durante la Gran Depresión, marcha a Francia, donde vive el estallido de la Segunda Guerra Mundial. En esta época, Miller decide consagrarse totalmente a la literatura. Sus primeros años de bohemia en París fueron miserables, tuvo que luchar contra el frío y el hambre; se alimentaba con las comidas que le ofrecían y dormía, cada noche, bajo un puente distinto.

Conoce a Anaïs Nin (de la que fue amante), a Brassaï y a Alfred Perlès, y empiezan sus tanteos con el surrealismo.




cap. 28 y 29

La crisis, el New Deal, el nazismo

·      Una vez muerto Lenin, el torrente revolucionario volvió a su cauce.
·      Desde 1924 hasta 1929 transcurre una especie de segunda Belle Époque. El mundo, dominado por Francia e Inglaterra, pareció restablecerse con un pacífico pro­greso; los americanos habían vuelto a sus casas; la Rusia de Stalin y de los «planes quinquenales» había abando­nado, por un tiempo, su «revolución».
·      Las mujeres renacían. Durante la Gran Guerra, las mujeres habían tenido que reemplazar a los hombres (que habían marchado al frente) en los talleres, las fábri­cas, en los campos, en las oficinas, a pesar de que la Re­pública todavía se negaba a darles el derecho al voto. Pero en Estados Unidos se lo concedieron en 1920, y a conti­nuación en la Turquía kemalista. La imagen de la mujer cambió, la gargonne se cortó el pelo y cambió el vestido de miriñaque por la falda corta.
·      Ford, General Motors, US Steel. Las fábricas Ford producían nueve mil automóviles a motor diarios, del modelo T. Ford creó la teoría de aquel nuevo estilo de capitalismo: para ganar dinero, hay que vender mucho.
·      En febrero de 1929, Mussolini firmó con el Papa los acuerdos de Letrán, que pusieron fin a la crisis abier­ta en 1870 por la ocupación italiana de la ciudad pontifi­cia. El Papa dispuso de un miniestado, el Vaticano, y de una estructura diplomática.
·      Hom­bres de negocios se suicidaron tirándose de lo alto de los rascacielos. Los precios bajaron de golpe un 20%. El co­mercio mundial se hundió. En Estados Unidos, un cuarto de la población activa se encontró sin recursos.
·      Adolf Hitler (1889-1945), de origen austríaco, anti­guo combatiente de la guerra de 1914, era un extremista que había fundado, en septiembre de 1920, el partido
nacionalsocialista.
·      Es verdad que los jóvenes comunistas y los scouts de Baden-Powell participaban de los fuegos de campamen­to por la noche y del amor a la naturaleza. Pero el obje­tivo de la educación de la Unión Soviética, y de la que ofrecía el movimiento scout y las corrientes católicas, era formar hombres (y mujeres).

Hitler y las democracias

  • ·      Hitler fue más lejos. Puesto que el tratado de Versalles había desmilitarizado Renania (la margen izquier­da del Rin), el 7 de marzo de 1936 envió allí algunos re­gimientos para reocuparla hasta la frontera francesa.
  • ·      Espa­ña se vio partida en dos: el oeste (excepto el País Vasco) para los golpistas; el este, con Madrid y Barcelona, para la República del Frente Popular. Inmediatamente, Hit­ler y Mussolini apoyaron a los nacionales (de aquella época data la fortuna de la palabra «fascismo»).
  • ·      En España, la guerra civil era sangrienta; los dos par­tidos representaban dos concepciones del mundo irrecon­ciliables.
  • ·      España servía de conejillo de Indias para Hitler, Mussolini y Stalin, y para sus ideologías.
  • ·      En realidad, a Japón le importaba poco enfrentarse a la URSS; sólo quería tener las manos libres en el sures­te asiático. De hecho, la URSS y Japón nunca se enfren­taron en una guerra.
  • ·      Alemanes y franceses se miraron con hostilidad —es lo que se llama «la extraña guerra»— durante siete meses: desde la capitulación de Varsovia hasta el ataque contra Sedán; del 26 de sep­tiembre de 1939 al 10 de mayo de 1940. ¿Por qué? Generalmente se alegan razones meteorológicas: el mal tiempo.