miércoles, 1 de octubre de 2014

cap. 28 y 29

La crisis, el New Deal, el nazismo

·      Una vez muerto Lenin, el torrente revolucionario volvió a su cauce.
·      Desde 1924 hasta 1929 transcurre una especie de segunda Belle Époque. El mundo, dominado por Francia e Inglaterra, pareció restablecerse con un pacífico pro­greso; los americanos habían vuelto a sus casas; la Rusia de Stalin y de los «planes quinquenales» había abando­nado, por un tiempo, su «revolución».
·      Las mujeres renacían. Durante la Gran Guerra, las mujeres habían tenido que reemplazar a los hombres (que habían marchado al frente) en los talleres, las fábri­cas, en los campos, en las oficinas, a pesar de que la Re­pública todavía se negaba a darles el derecho al voto. Pero en Estados Unidos se lo concedieron en 1920, y a conti­nuación en la Turquía kemalista. La imagen de la mujer cambió, la gargonne se cortó el pelo y cambió el vestido de miriñaque por la falda corta.
·      Ford, General Motors, US Steel. Las fábricas Ford producían nueve mil automóviles a motor diarios, del modelo T. Ford creó la teoría de aquel nuevo estilo de capitalismo: para ganar dinero, hay que vender mucho.
·      En febrero de 1929, Mussolini firmó con el Papa los acuerdos de Letrán, que pusieron fin a la crisis abier­ta en 1870 por la ocupación italiana de la ciudad pontifi­cia. El Papa dispuso de un miniestado, el Vaticano, y de una estructura diplomática.
·      Hom­bres de negocios se suicidaron tirándose de lo alto de los rascacielos. Los precios bajaron de golpe un 20%. El co­mercio mundial se hundió. En Estados Unidos, un cuarto de la población activa se encontró sin recursos.
·      Adolf Hitler (1889-1945), de origen austríaco, anti­guo combatiente de la guerra de 1914, era un extremista que había fundado, en septiembre de 1920, el partido
nacionalsocialista.
·      Es verdad que los jóvenes comunistas y los scouts de Baden-Powell participaban de los fuegos de campamen­to por la noche y del amor a la naturaleza. Pero el obje­tivo de la educación de la Unión Soviética, y de la que ofrecía el movimiento scout y las corrientes católicas, era formar hombres (y mujeres).

Hitler y las democracias

  • ·      Hitler fue más lejos. Puesto que el tratado de Versalles había desmilitarizado Renania (la margen izquier­da del Rin), el 7 de marzo de 1936 envió allí algunos re­gimientos para reocuparla hasta la frontera francesa.
  • ·      Espa­ña se vio partida en dos: el oeste (excepto el País Vasco) para los golpistas; el este, con Madrid y Barcelona, para la República del Frente Popular. Inmediatamente, Hit­ler y Mussolini apoyaron a los nacionales (de aquella época data la fortuna de la palabra «fascismo»).
  • ·      En España, la guerra civil era sangrienta; los dos par­tidos representaban dos concepciones del mundo irrecon­ciliables.
  • ·      España servía de conejillo de Indias para Hitler, Mussolini y Stalin, y para sus ideologías.
  • ·      En realidad, a Japón le importaba poco enfrentarse a la URSS; sólo quería tener las manos libres en el sures­te asiático. De hecho, la URSS y Japón nunca se enfren­taron en una guerra.
  • ·      Alemanes y franceses se miraron con hostilidad —es lo que se llama «la extraña guerra»— durante siete meses: desde la capitulación de Varsovia hasta el ataque contra Sedán; del 26 de sep­tiembre de 1939 al 10 de mayo de 1940. ¿Por qué? Generalmente se alegan razones meteorológicas: el mal tiempo.

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